No sé porqué le dije lo del intermitente. Era mediodía y estábamos solos en el bar, él leyendo el periódico en una de las mesas altas del ventanal y yo mirando algo en el móvil sentado en un taburete junto a la cafetera, haciendo tiempo antes de poner a hervir el caldo del arroz. El otro cliente que había tenido en la última media hora acababa de irse tras charlar un rato con Jose Antonio desde la otra mesa del ventanal, charla que salió como tantas que salen en los bares pues fue la cosa que aquel estaba contándome algo de unas tierras que tiene no sé donde y de los problemas que hay este año con la paja del trigo o no sé qué humedad que provoca los consabidos cabreos entre la gente del campo. El tema no me interesaba lo más mínimo y viendo que Jose Antonio terciaba como conocedor me retiré a la barra para mirar el teléfono en mi rincón y echarle un ojo a la hora.
- ¿Y te va el delantero? -preguntó Jose-
- Sí...pero rápido -respondí como uno que no sabe lo que está diciendo-
- Bueno, pues ya te lo miro yo-
Y así fue como salió la cosa, que tampoco es tan malo trabajar en tu bar.
Claro que sé que Jose es camionero y que algún conocimiento de mecánica inherente al oficio debía tener, pero yo había dicho lo del intermitente como un par de horas antes le había comentado mi rendido entusiasmo de esta semana por los Cult a un colega de toda la vida que había venido a desayunar tras pasarse la noche montando vídeos de operaciones en el hospital, un alma libre, un drogadicto presentable, uno que es muy bueno en lo suyo y eso le permite vivir a su aire la mayor parte del tiempo. Hoy me contó su reciente viaje a Granada en compañía de un amigo para traerse una Rieju y lo bien que se lo pasó metiéndose aposta por la vieja carretera de Despeñaperros, harto de ir por la autovía adelantando camiones.
Me entusiasmé, la verdad. El intermitente izquierdo es bastante importante para mi, más que el derecho. En mi trayecto de todos los días es el dominante y cuando hace un par de semanas, volviendo de la visita semanal al centro comercial, noté que se aceleraba la señal en el cuadro de mandos pensé que algo no iba como debía, aunque me costó un par de días más, un buen bocinazo y un intercambio de insultos muy subidos de tono el darme cuenta de que iba sin intermitente trasero. Pero...¿como ve uno que no funciona su intermitente izquierdo trasero? ¿basta con que su chivato vaya más rápido que de costumbre? No para mi, que aún a día de hoy es un cara a cruz apretar o aflojar un tornillo.
- ¿Vas a estar en casa esta tarde? -preguntó Jose-
- Sí, claro...-dije como quien calcula. Yo estaba medio regular y quería darme caña con la gimnasia y el saco para extraer el veneno en forma de sudor, algo que siempre me ha dado buen resultado. Jose lo notó-
- ¿A las seis te viene bien?-
- Ehhh...(joder, me va a arreglar el problema)-
- ¿A las siete?-
- Vale. A las siete-
Y un rato después se fue tras terminar la segunda cerveza de rigor.
Salí del bar a las cuatro y pico. Hoy no hubo siesta y sí una buena sesión de ejercicios y otra aún mejor de saco, en el que me volqué viniéndome arriba al ver que el cuerpo prefería hacerlo abajo: le di de puñetazos hasta que el sudor vertido en la tarima me hizo resbalar de más. Una ducha caliente y fría unida a los obligados estiramientos más el chute de azúcar me dejaron como nuevo. Eran las seis de la tarde y ya no tenía nada más que hacer sino ir al moro para estirar las piernas a por un rollo de papel de cocina y ver otra vez "La novena puerta" para de buena gana hacer tiempo hasta la hora de ir a la cama.
Pero el moro no tiene whisky. Y no está bien ver esa peli sin un whisky.
Encontré un enlace bueno a la película, uno en HD, uno que me asustaba estos días de atrás pues la imagen vibraba en la pantalla tal y como si estuviera a punto de explosión por algún virus chino, que mi conocimiento de la Red no está más allá del de los tornillos, y entonces pulsaba rápidamente la x de la ventana dejándome tranquilo con su desvanecimiento. Y sin embargo todo era cosa de darle a la pantalla completa: se veía perfecta. Eran las siete menos cuarto de la tarde, había hecho un gran entreno y sólo quedaba merendar algo, beber una cerveza, coger la posición, pillar todo lo necesario para ya no moverme del sillón y ver una vez más esa peli donde un tío molón que vive de los libros que tanto amo se folla a dos de las mujeres que más cachondo me ponen mientras viaja en busca de un libro maldito y definitivo.
"¿Vendrá? No, no creo que venga. Está casado, tiene dos hijas, es sábado, tendrá planes, me llamará para decirme que no puede, que otro día..."
Miré el teléfono: las siete menos cinco.
El viejo de la peli acababa de echarse la soga al cuello cuando oí el "Black Dog" Eran las siete en punto.
- ¿Kufisto?-
- Sí, Jose-
- ¿Estás en casa?
- Sí, estoy aquí-
- Voy para allá-
- Vale. Dame un toque cuando estés abajo-
- Vale-
También es mi proveedor de tabaco, por eso sabe donde vivo. Hace medio año me habló de un contacto que había hecho: un kilo, treinta euros. Y de cabeza. Hace poco que le encargué el segundo aunque todavía me queda del primero. Ahí lo tengo desde el martes. Ya no compro hasta el 2022. Con dos kilos fumo un año. Sesenta euros más papel y boquillas.
Vino y bajamos a la cochera con un par de maletines con herramientas. Extrajo la carcasa y miró la bombilla: "no está fundida" dijo. Hurgó en la herida y volvió a colocar la bombilla. "Dale al intermitente, Kufisto" Le di. Perfecto. El intermitente izquierdo trasero iba a su ritmo. Cinco minutos escasos.
- ¡Su puta madre! -dije- ¡Lo llevo a un taller y me joden vivo!-
Rió.
Hay gente buena, coño. ¡Hay gente buena! ¡Hay gente que ayuda sin retraso! ¡Hay gente que dice a las siete y llega a las siete! ¡Hay gente que sin tú saber muy bien el porqué te coge afecto sin contrapartida alguna de tu parte más allá de conversaciones de bar con la misma profundidad que el plato de ducha en el que se sumerge el sudor de los puñetazos de todos los días! ¡Hay gente que conduce camiones, que monta vídeos, que separa la paja del trigo...! ¡Hay gente!
Abrí la botella y me puse a escribir.
La novena puerta siempre estará ahí.
Esperándome.
No hay comentarios:
Publicar un comentario