El trabajo. Abro el bar y lo coloco todo. Josemari viene y le mando a por la prensa y los churros. Luego llega Paco el ciego y le pongo su primer café del día. Hablamos algo y pongo un documental de Youtube en la tele. Ahora puedo hacerlo. Antes no y por eso sólo sintonizaba el canal de Teletienda. Todo lo demás me pone enfermo. Hubo una vez en la que un viejo con su mujer me pidió que pusiera las noticias. Le dije que no y no lo he vuelto a ver. Ahora pongo documentales del Universo y la formación de la Tierra. Hoy ha sido de los hombres de Neardenthal. No es que los yo los buscara sino que ha sido una de las sugerencias de la plataforma. Y por allí han ido pasando. Yo creía que los Neardentales eran los listos. No me acuerdo de nada.
España jugaba a las cuatro y yo quería que perdiera. Y al final perdió cuando quería que ganara.
¿Por qué perder? ¿Por qué perder siempre? ¿Por qué estar siempre en el lado débil de la posición? ¿Por qué ir con Fischer en lugar de Kasparov? ¿Por qué debilitarme cuando quiero hacer lo que más me gusta hacer? ¿Por qué tengo que coger ahora mismo, vestirme, e ir a por otra bebida más fuerte con la que borrar un par de párrafos de mierda que había escrito bajo los efectos de una cerveza nauseabunda? ¿Por qué no puedo hacer esto sin recurrir a algo más fuerte, a algo que haga click en mis putos torpedos sin necesidad de hacer clonc en el barco? ¿Por qué me pasa esto?
A veces, en esas tardes que salgo del bar, miro vídeos de esos newageros; estoy ahí, planchao, con un cansancio enorme, y esos putos imbéciles casi que me convencen con sus mierdas. Que si esto, que si lo otro, que si lo de allá está aquí y lo de más allá está más aquí y que tú, sólo tú y tu sisolosí, eres el que no entiendes nada porque en verdad estás lleno de mierda infecta pernambucana, y no sólo eso sino que acepta, ¡acepta!, ¡acepta las putas cosas!, ¡acepta a los Accept de Udo Dirskchneider!...Oh, Dios, tu puta madre.
¿Acepta? Pero qué acepto, hijo de puta. ¿Acepto al hijo de puta que me metía un dedo en el culo mientras me explicaba un problema de Matemáticas o qué cojones acepto? ¿acepto que ese bastardo, ese maestro en el que yo confiaba como si fuera mi puto padre, me hurgara en el ojal mientras me explicaba la regla del tres como si no fuera con él? ¡Y luego se olía el dedo, que yo lo veía desde mi pupitre! Hijo de puta...
España perdió. Un amigo que estaba con los señores me dijo de ir a tomar algo por ahí. Él tenía la copa entera y yo, ya animado, casi vacía.
- Vamos a tomarnos algo por ahí, Kufisto. Vas a flipar con el nivel de camareros
- No, me voy a mi puta casa
- Venga, joder, espérate un momento que me beba esto
- Que no, que me voy
Y por fin me fui.