sábado, 14 de septiembre de 2019

SUEÑOS

Entonces vi las estatuas.

Había pasado la mañana bajo el signo previsto por los últimos sueños de la noche que cerró el obtuso día de ayer. Fueron tan patéticos que ni aún despierto pude deshacerme de ellos. Era mi peor cara, el peor ser que llevo dentro, lo que más odio del mundo. Aún ahora, diez horas después, recuerdo el tono de todo aquello, ya que no las diferentes partes.

Y eso que el día de ayer había empezado bien tras un largo y profundo sueño. Por primera vez en varias semanas me había levantado descansado. Esto es algo que se nota enseguida, casi que al poner el primer pie en el suelo, si no antes siquiera de haber abierto los ojos a la oscuridad. Tan ligera pasó la mañana del bar que al final a punto estuve de volver a probar hasta donde, como si no lo supiera, pero mantuve la claridad mental hasta en ese leve momento de falsa duda. Luego, en casa, ya no supe qué hacer y ahí empezó el mal. Fue como una venganza por no haber caído en lo de siempre. Dediqué la oscura y lluviosa tarde a ver vídeos de Youtube tras no encontrar ni un puto libro que quisiera leer,  y eso fue lo que me mató. Pasé la ultima hora y pico viendo vídeos motivacionales de un machaca de gimnasio, un barbas de unos cuarenta años que parecía el malo de una historieta de Mortadelo y Filemón, que una y otra vez repetía las mismas cosas con una pizarra detrás y un rotulador en la mano a modo de espada y garrote, tal y como si estuviera de maestro en una escuela para adolescentes: "Así he perdido peso", "Así hay que entrenar", "Así hay que comer" "Así no hay que meterse" Eran vídeos con una duración de entre diez y veinte minutos que bien hubieran podido dejarse en segundos para decir lo mismo. Pero se ve que no basta. Hay que rellenar cuartillas y pizarras si quieres que otros tan subnormales como tú te tomen en consideración, cosa realmente difícil. Es la reiteración, repetir lo mismo sólo aumentando tono tras tono hasta casi la exasperación, lo que consigue abrirte las orejas hasta desear el remo de la barcaza que andas buscando en tu despiste vital por un trasatlántico.

La peluquería para mujeres que hay al lado de casa estaba abierta cuando esta mañana salí andando hacia el bar a eso de las siete y media. Tengo el coche en el taller para que le pasen la ITV y bueno, la pelu está tan cerca del bloque donde vivo que quizá pudiera ser que no hubiese caído en ello al salir mirando hacia el otro lado, pero después de todo ya va por una semana (y lo que te rondaré) y no recordaba haberla visto abierta ningún día a esa hora. Siete minutos y medio después Josemari y yo entramos al bar.

Ordeno y mando todo fue sobre ruedas. Josemari hizo su parte y yo mi desayuno. El ciego aporreó la puerta pero le grité que estábamos cerrados. "Estuvo antes de que tú llegaras, Kufisto. Se fue con Antonio a La Perla del Caribe" dijo Josemari. "Pues nada, que se dé otra vuelta por sus doradas playas" Josemari rió y siguió dándole a la chacha mientras cantaba sus fandangos. La experiencia es un grado lo mismo entre los machacas que quienes andan limpiando bares.

La primera buena noticia llegó al mediodía con mi hermano, el jefe. Yo no tendría que ir a trabajar por la noche y eso me relajó. Quizá había sido eso, más que la ausencia de libros y la visión de los vídeos de ayer, lo que me había causado el mal sueño. Ya no estoy hecho a la noche.

El arroz ya estaba hecho y sólo quedaba esperar. Miré en Internet y acabé en un hilo de estatuas del Renacimiento.

El tipo agarraba a una muchacha y podías ver como sus dedos se hundían en el muslo como si fueran mantequilla en lugar de mármol. Esto consiguió sacarme de mi sopor durante un rato. ¿Como era posible algo así? ¿Como Dostoyevski había podido escribir "Crimen y Castigo" con la misma edad que tengo yo? ¿Como puede ser, como puede ser eso...? Y mientras veía esa mano agarrando ese muslo de mármol hasta dejarlo señalado pensé que de haberlo visto cuando de chico empecé a leer quizá me hubiera dado por intentar algo así, pero no, yo era lector, yo leía y claro, tenía que acabar escribiendo mis mierdas igual que quienes enlucen nuestras rotondas. Una sensación de mierda total me inundó como río que arrambla con todo lo que va encontrando, hasta el sueño de ayer.

Pero con todo no fue como otras veces. Aquello era maravilloso, sí. Incluso la casualidad dio forma en la figura de una napolitana amiga mía que vive aquí y conoce la estatua de primera vista:

- Oh sí, Kufisto...es increíble...¿Has visto al Dio velato?
- ¿El qué?
- ¿El Dio velato?

Lo buscamos en Internet. Era increíble.

Pero todo eso, las excelsas estatuas y los entusiastas comentarios de mi amiga napolitana, no dejaban de ser una mierda. No, tampoco íbamos a ningún sitio con la mano de piedra en el muslo de piedra de la muchacha de piedra. Quizá de haberlo visto hace treinta años hubiese pensado que era mejor que el "Master of Puppets", aunque lo dudo mucho. Ahora, a mis cuarenta y seis, da para un wasap al que enviar a alguien a quien le va a sudar más la polla que a ti. Se pierde todo con el tiempo.

Estaba claro que iba a cerrar el bar, clarísimo. Pero en el último momento llegó un colega, un guardia, un motorista, y bueno, es coleguilla, ha llegado a invitarme a su casa, a la piscina con su familia, y en fin, que vamos a ver que nos cuenta aún a riesgo de quedarme dos o tres horas más si entran los personajes adecuados, que uno nunca deja de dejarse los buenos euros.

Me habló de sus cosas, de sus polvos antes de la primera condenación, y justo cuando estaba acabándolas llegó otro colega como él, además igual de casado y con otros dos mismos hijos. Yo ya entonces estaba pensando en decirles, "¡Ey tíos, vámonos a tomar por culo de aquí. Tengo que cerrar y tal" Y el caso fue que el motorista se fue y el otro sólo estaba esperando a su mujer para irse a dormir la siesta, luego a las ocho tenían una sesión con la película de Playmobil, creo que les oí decir, pero todavía no eran las cuatro y yo qué sé, su padre podría quedarse en el bar mientras tanto metiéndose farlopa y gintonics, y yo no tenía ganas de meterme farlopa, la última vez que lo hice me costó tres noches, y venga, vamos, iros, y viene la mujer y dice que quiere irse a echar la siesta antes de la peli de los Play, y él dice que sí y justo cuando están a punto d irse pasa pareja de viejos, de los de sesenta años que jamás he visto en el bar, y les digo que no, que estoy cerrando, que no faltaba más que fumarme a una pareja de viejos de mierda por dos o tres horas más de mi salud, que antes me las jodo yo a mi manera.

- Estoy cerrando -dije amigable-

Se fueron y me fui con el cargamento.


Hoy no va a haber vídeos. Hoy he caído y hoy estoy escribiendo.


Las estatuas son eso, bonitas por un rato.



Se sueña como se vive y se vive como se sueña.

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