miércoles, 8 de noviembre de 2023

EXTRAÑA MAÑANA

La bien iluminada oficina bancaria permanecía cerrada al público a las 8:31 de la fría mañana. Miré a un lado de la puerta automática y vi un cartelito con el horario: "hora de apertura de lunes a viernes (invierno) 09:00" El horario era el mismo para el de "verano", al menos en lo referido a la apertura de puertas. El otoño y la primavera (los verdaderos afectados por el cambio de hora) parecían no existir para el "ordeno y mando" 

Con media hora por delante no tardé mucho en decidir que lo mejor sería pasar el rato en la cercana biblioteca municipal. Al menos allí estaría calentito. 

Cuando llegué la puerta estaba abierta pero dentro era como si estuviese cerrado. Cierto es que todo estaba tan iluminado como en el banco pero la sensación era esa. Miré el cartelito con el horario y todavía faltaban veintitantos minutos, pero la puerta interior también estaba abierta y pasé.

Nada más entrar me topé con uno que supuse era un trabajador, un hombre joven, serio, agraciado, alto, barbado y de media melena, con gabardina y bufanda, que desprendía cierta aura de intelectualidad. Nos saludamos y no viendo más impedimento me encaminé hacia la sala de lectura, tan visitada por mi en otro tiempo. 

No había nadie, ni las bibliotecarias. Curioseé sin mucho entusiasmo por algunas estanterías de libros de carácter generalista: filosofía, sociología, educación, cómics...había hasta un pequeño reservado "violeta" para material feminista. De todas formas la calefacción estaba a buena marcha y poco más se podía pedir.

Donde más fijé la atención fue en la bien nutrida videoteca, acristalada y cerrada con llave. Y como no, busqué "Mulholland Drive" No la encontré, pero pensé que de haber dado con ella quizá hubiese intentado forzar la cerradura para llevármela sine die. Romper el cristal con un buen codazo quizá llamara la atención, aunque no estoy seguro. Lo que sí tenía claro es que de haber entrado con un saco habría podido llevarme todos los libros que hubiese querido. Los libros no tienen vigilancia alguna. Lo tengo más que comprobado. Faltaban cinco minutos para las nueve cuando salí. En todo ese tiempo no di con persona alguna.

En la entrada al banco coincidí con un buen amigo, un señor mayor, ya jubilado, que dedicó toda su vida laboral a la banca hasta llegar a ser director durante muchos años de esa misma sucursal. Nos saludamos haciendo las preguntas de rigor tras dos meses sin vernos y me dijo de ir a tomar algo en cuanto acabara la gestión.

- ¿Vas a tardar mucho? -le pregunté.
- No, sólo un momento -respondió.

Y tanto fue así que aún estaba acabando yo de hacer el ingreso en el cajero automático del interior cuando él ya salía con unos papeles en la mano. 

Fuimos al pequeño bar de la esquina. Conocía al dueño, un cliente que lo fue del mío. Se sorprendió al verme pero tuvo la delicadeza de no preguntar, aunque también es verdad que andaba algo atareado con los desayunos. La barra estaba a medio ocupar y pedimos un par de infusiones. A un lado estaba el director de la sucursal con dos clientes, nos saludamos sin más y mi amigo y yo retomamos la conversación. Me preguntó por lo que estaba haciendo, le dije que nada y que tampoco tenía intención de hacer mucho más mientras aguantaran los ahorros.

- ¿Te ha quedado paro? -preguntó.
- No -dije yo- Al ser un cierre sin causa económica no tengo derecho a él.
- ¿Y qué tal estás? ¿bien? ¿qué haces?
- Nada. Salgo a pasear por el campo, hago ejercicio en casa, veo películas (casi que una película), leo libros...
- ¿No te vas unos días por ahí?
- No, no...

Mientras hablábamos puse atención en la puerta de entrada, casi cubierta en la totalidad del cristal superior por diferentes cartelitos: horario, "servicios sólo para clientes" (buena idea), promociones...Nosotros nunca pusimos ningún cartel en la puerta de nuestro bar. Mi amigo pidió la cuenta y el dueño nos dijo que estábamos invitados por el director de la sucursal. Agradecidos nos despedimos y salimos a la calle peatonal, la principal arteria comercial de la ciudad.

Encendimos un cigarrillo y con tranquilidad echamos a andar calle abajo, hacia la plaza, allí donde algunos de sus hijos manejan una oficina inmobiliaria. El ajetreo de la mañana me alteró un tanto. Casi lo había olvidado. Han pasado dos meses y ni un sólo día lo he echado de menos. 

Apuramos los cigarrillos junto al semáforo.

- Tengo que dejar de fumar, Kufisto -me dijo muy poco convencido- No sabes lo que me cuesta ya sólo andar.

Allí nos despedimos. Un tanto aturdido atravesé la plaza de vuelta a casa, sorprendido de estar entre la gente. Ya en el piso me cambié y le di al saco. 


Todo volvía a estar en su lugar.

domingo, 22 de octubre de 2023

LA ANCIANA FELIZ

 La anciana miraba a uno y otro lado de la calle vacía como si algo maravilloso estuviese aconteciendo ante sus ojos. En bata y pantuflas, agarrada con la mano derecha al pomo de la puerta medio abierta se apartaba con la izquierda los ralos cabellos que agitados por el viento entorpecían su visión. Sonreía con la boca abierta.

Era una tarde gris, fresca, callada, rara. Los pocos automóviles que circulaban parecían hacerlo al encuentro de sus garajes. El viento mecía el ramaje de los arbolillos plantados en las aceras y algunas hojas, pocas, separadas de sus ramitas planeaban como si lo estuvieran soñando. Escaparates en penumbra, hilos musicales apagados, cierres echados, toldos recogidos: juguetes y bicicletas, sanitarios y muebles de madera, fotografías de paraísos y de sonrientes parejas de jubilados.  

La anciana seguía mirando con la boca abierta a uno y otro lado. Y sonreía.

jueves, 19 de octubre de 2023

BUENOS AIRES, 1971

 Bobby Fischer contra Tigran Petrosian en Argentina, 1971. Bobby Fischer en las Filipinas a finales de 1973, invitado personal del presidente Marcos. Bobby Fischer en Japón y Hong Kong, 1974. Bobby Fischer en el rematch con Spassky de 1992.

La siesta fue breve. Dormir no es fácil. Dormir bien es un arte. Mi padre dormía bien. Nietzsche dijo que si la vida no tuviera ningún sentido entonces lo mejor que se podía hacer era vivir para dormir bien.

- ¿Donde están los del entierro? -dije. Me había retrasado un poco y el cementerio es inmenso.
- Aquí a la vuelta -respondió el encargado-, en la sala de espera. Están esperando la llegada del féretro. Como la mañana está tan mala...
- Ya

Pasé. Enseguida vi a mi madre; también a mis tíos. No había más de veinte personas. Reconocí algunas. Anoche, luchando por dormir, llegué a pensar en la hija de la muerta. Hacía más de veinte años que no la veía. Era absurdo. Apenas la conocí, ella era una niña de Madrid. No pude ponerle cara.

La habitación era pequeña, de unos treinta metros cuadrados. La finada era mayor, el día estaba malo y después de todo había pasado toda su vida adulta en Madrid, pero había pedido ser enterrada donde nació.

Vi a su hija, no era tan difícil. Una monada. 

- Este es Kufisto -dijo mi tía- ¿te acuerdas de él?
- ¡Ay, Kufisto! -Y me abrazó fuerte, llorando. Luego nos miramos y hablamos un poco.

Vino más gente, no mucha, y poco después llegó el féretro madrileño. Esperamos un poco al cura que estaba de camino y cuando llegó hizo el responso en la recogida entrada del cementerio. No era mañana para andarse con tonterías.

Era un cura joven, un cura joven en términos del desastre católico, poco más o menos de mi edad, de pintas opusinas, creo que una vez, no hace mucho, estuvo por el bar. Tenía cara de cura. Era cura.

Hizo el rito bajo la arcada de entrada con los más allegados a los lados del féretro. El ataúd era de madera con una simple cruz de la misma materia a la altura del pecho, algo que me conmovió por su sencillez. Tanto que cuando después de todos los goris-goris acabaron por rezar un padrenuestro lo recité, aunque me di cuenta de que no era el mismo que yo rezaba cuando era niño.

En una especie de cochecito de campo de golf echó a andar el ataúd hasta la sepultura. Todo el mundo se puso detrás y fuimos para adelante.

Pasé el breve trayecto en compañía de mi tío, que iba con la mascarilla puesta cuando no había hecho tal en la sala de espera. Le pregunté por su salud y me la explicó.

Era un hoyo de unos dos metros de profundidad, quizá menos. Por lo que dijo mi tío era la tumba de los padres de la muerta. Un sitio difícil. Los operarios tiraron de sogas, trasegando con ellas entre voces que rompían el trágico momento. Y al final consiguieron meterlo. Luego lo inundaron de paladas de tierra mojada. 

Me fijé en la cruz. Me había gustado mucho cuando la vi. Eran dos putos palos de madera cruzados. Dos putos palos de madera. La tierra mojada cayó a paladas sobre ellos. 


Desperté. La tarde estaba peor. Un viento huracanado cantaba sus mierdas entre los filtros de la ventana. Miré el reloj del teléfono recordando la última vez que lo había visto. Apenas había dormido. No puedo dormir. No sé dormir.

Me calcé los guantes y le pegué al saco.

Y le pegué, y le pegué y le pegué...

sábado, 7 de octubre de 2023

JUEVES, 9 DE JULIO DE 2023

De acuerdo con el historial de mi ordenador he visto "Mullholand Drive" 40 veces desde aquella tarde; a las que hay que sumar cuando la vi con un par de amigos en el día de cierre semanal del bar. O sea que son 41 y con la de esta noche serán 42, sino alguna más pues ahora caigo que la segunda vez que la vi un par de días después (cosa que no entiendo a no ser que el anterior agarrara una buena borrachera) recuerdo que la puse dos veces seguidas, y eso no lo muestra el historial. Y no ha sido la única ocasión. En resumen, estaré sobre las 45 o así en unos 90 días, lo que da un visionado cada dos días.

Me gusta verla de noche, nunca antes del anochecer. Todavía no la he visto de día. Todavía no la he visto doblada. No creo que nunca lo haga si no es por obligación. 


Hacía algún tiempo que había vuelto a ver películas; no mucho, tal vez un par de meses como máximo. Tenía un cliente cinéfilo y entre charla y charla siempre salía a relucir el cine, las películas. Y aunque de gustos un tanto diferentes empezó a entrarme el gusanillo.

No recuerdo por donde retomé el hilo perdido. Supongo que por los clásicos. Cuando uno retoma algo prefiere hacerlo por lo seguro.

Yo estaba en una de esas etapas en las que no encontraba nada bueno que leer, de hecho llevaba meses sin hacerlo, y bueno, el tiempo siempre está ahí y hay que pasarlo de alguna manera. Después de todo no puedes pasar todo el tiempo libre pegándole puñetazos al saco que tienes colgado en el dormitorio.

De todo aquel reinicio tan sólo conservo un recuerdo, el de "Yo hice a Roque III" de Ozores. No, ya, esperad, lo sé, no es un clásico, o lo que debe entenderse como un clásico, pero aquella tarde había bebido, mi amigo había traladado otra vez mi cabeza con la puta película y yo, recordándola con el gusto que a veces se recuerdan las cosas pasadas en la adolescencia, me decidí a verla ya con el punto justo de alcohol en las venas. Y me descojoné vivo. Pero vivo. 

Me acordé de Lynch. A Kubrick lo tengo muy visto, a Hitchcock igual, con Ford me pasa algo parecido y Scorsese, Coppola, Spielberg y el resto de setenteros acabaron por agotarme casi tanto como los AC/DC.

"¿Y Lynch?" pensé. Ver películas realizadas más allá del año 2000 no era una opción. ¿Pero Lynch?

Claro está que había visto "Cabeza borradora" en nuestra habitación de la casa paterna, fumado perdido con los colegas. Y "El hombre elefante" y "Terciopelo azul" con aquella Isabella Rossellini que tanto nos ponía, muchísimo más que Laura Dern. Esta era otra puta niñata pija del instituto, de esas para las que eras poco menos que invisible, pero Isabella era un pedazo de mujer dispuesta a follar, ¡a follar! con un chico joven y potente que la preñara bien. 

La amistad entre adolescentes fumados no tuvo tiempo para alcanzar el estreno de "Corazón salvaje", el único que pudimos haber visto en pantalla grande. 


Decidí empezar por el principio; eso sí, saltándome "Cabeza borradora" (no estaba preparado) y "El hombre elefante" que ya había visto tres o cuatro veces. "Dune" ni me la plantee (no me interesa nada esa clase de ciencia ficción) y así llegué a "Terciopelo azul" y me pareció una soberana mierda tan sólo salvada porque Lynch es incapaz de filmar mal. "¿Pero como pudo gustarme esto?" La pregunta recurrente. El pecado original. "Siempre, durante toda tu puta vida, creerás haber metido la gamba" 

Pasé a "Corazón salvaje" No la había visto. Me gustó, sin más. Willem Dafoe estaba bien. Pero Willem Dafoe siempre está bien. La puta de la madre también. No he vuelto a verla. 

Con "Carretera perdida" recuperé algo de la fe que alguna vez deposité en el cine. La primera parte era magistral; luego decaía hasta una especie de videoclips de la MTV pero recuperaba el pulso en un final bastante bueno. Por supuesto no me enteré de nada de lo que había visto. Pero me gustó. 

Era el turno de "Una historia verdadera" La verdad es que no me apetecía mucho ver una peli del Lynch que no es Lynch después de las sensaciones dejadas por "Carretera perdida" Por supuesto ya la tenía vista y me había gustado, pero la recordaba como lo que es: una peli rara.

Una peli rara es una peli que no te esperas. Es como si Ozores hubiera rodado "El Sur" después de "Yo hice a Roque III" 

¡Y claro que me emocioné! ¡Y claro que alguna lágrima salió de paseo, sobretodo en su primera mitad! ¡Y claro que sentí la música de Badalamenti tocando las nobles teclas que aún quedan en mi alma! ¡Y claro que volvió a gustarme el sobrio final, tan denostado!...

Tocaba "Mulholland Drive" Leí la sinopsis viendo el año (2001). "Ummm"

No la encontré en la búsqueda. No recuerdo como la busqué. Es muy fácil. Pero en un primer momento no la encontré, lo juro.

Pasé a buscar por "Inland Empire" su última película. Y tampoco la encontré. Y hoy doy gracias a Dios por no haberla visto antes que "Mulholland Drive" 


Una tarde después de salir del bar (el 9 de julio de 2023 según la memoria de mi ordenador) llegué al piso como cualquier otra tarde en la vida. Puede que saliera andar, no lo sé, mi memoria no es tan buena como la de la máquina, aunque lo más probable es que me liara a puñetazos con el saco en el dormitorio. Sí, así tuvo que ser. Ahora recuerdo que había dejado de salir a andar meses atrás. 

Todo el mundo sigue diciéndote que te ve andar por ahí y tú sabes que no es así, que hace meses que no andas, pero todo el mundo te recuerda andando por ahí y tú no es que dudes, sabes que hace meses que no andas por ahí, pero el mundo, cuando te ve, te recuerda andando siempre por ahí.


9 de julio de 2023. No sabía qué hacer. Estaba a punto de cumplir 50 años. Le di al saco. Le di con toda mi fuerza, con toda mi corazón, con toda mi alma...Todavía habría podido darle mucho más, hasta reventar si no fuera por estos putos huesos que tanto van doliendo.

Me duché, comí algo y fui al salón. 


La tarde fue cayendo tras las ventanas mientras miraba cosas en el ordenador. El aburrimiento era general. La gata me miraba, relajada pero expectante, en la mesa donde dejo mis cosas a mano. Ninguno sabíamos qué más hacer hasta poder dormirnos los unos de los otros. 

Y por esas cosas que tiene el aburrimiento y el dolor volví a preguntar a Google por "Mulholland drive", película completa y en español. Y salió, subtitulada. No problem.


Estuve a punto de quitarla en el baile inicial. No podía soportarlo. Todo el mundo pasándolo bien y yo en la pura mierda, dolorido, pasando el atardecer con la acusadora gata después de hincharme a puñetazos con un saco relleno de retales lavados con lejía Conejo. Lo dejé estar. Estaba tan cansado como para caer en esa bonita almohada roja. 


Dos horas y media más tarde, ya con la pantalla del ordenador en negro, clavado en el sillón, con los títulos de crédito ante mis ojos...


"¿Pero qué ha sido esto?"


Mulholland Drive.

viernes, 29 de septiembre de 2023

Y REÍ

 Me chispé viendo "El día de la bestia" Lo pasé bien. Hacía años del último visionado. Era la una de la madrugada cuando apagué el ordenador para ir a la cama. 

Desperté tarde y mal. Mezclar cerveza y whisky no es una buena idea; nunca lo fue o al menos yo no lo recuerdo.

Tomé un ibuprofeno con una cucharada de polen de flores, me duché y viéndome la cara en el espejo decidí afeitar la barba de dos días aunque ahora lo haga cada tres: más sería verme demasiado viejo.

Encendí el ordenador y un cigarrillo. Por el ventanal del salón penetraba la luz del nuevo día. El piso está orientado hacia el oeste, como la canción, así que hasta algo más allá del mediodía sólo recibo una especie de reflejo del sol. 

Puse música techno a buen volumen (ya eran más de la diez), le eché de comer y beber a la gata y retomé el zafarrancho general: hoy tocaba el mobiliario de la cocina.

Fue hace unos días. Yo estaba sacando la compra del ascensor cuando la vecina de enfrente (una señora mayor) abrió su puerta tal y como si estuviese esperándome. Quizá antes había llamado a la mía, no lo sé. Pero resultó raro.

Llevará un año por aquí. Tengo buena relación con ella. A decir verdad es la mejor que he tenido en estos dieciocho años con el vecino de enfrente, pues no hay otro. Y no es que haya tenido malas con los demás sino que han sido prácticamente inexistentes. Un par de veces vino al bar con su hija y bebiendo hablamos de cosas interesantes. 

- Kufisto -dijo con su agradable acento venezolano- ¿puedes ayudarme?
- ¿Qué le pasa?
- Estoy sin luz toda la mañana, no tengo batería en el teléfono y no puedo llamar a nadie.
- Espere un momento que deje esto.

Su piso parecía el Palacio Real comparado con el mío: todo impoluto, limpísimo, luminoso.

Miré el cuadro de la electricidad y volví al mío por ver si las teclas estaban en el mismo lugar. Yo tengo de electricista lo mismo que de estrella de rocanrol. 

Todo estaba bien pero todo estaba mal. Era pulsar una de las teclas y saltar el automático. Así estuvimos un rato.

- Voy a llamar al número de teléfono que tiene aquí -le dije.

Llamé y como es normal no lo cogió más que el contestador automático. Era la hora de comer y esta gente está comiendo a todas horas.

- ¿Tiene usted -le pregunté- muchos electrodomésticos en marcha? -Esto es algo aprendido en el bar.
- No, no...
- ¿La lavadora, el lavavajillas, el horno?...
- ¡No, no...! Ven a la cocina.

Fuimos a la cocina. Podría comerse una ensalada en el suelo.

Y entonces fue cuando vi una plancha de asar conectada al enchufe.

- Quite el cable -le dije. Otra vez el bar.

Volvimos al cuadro eléctrico y se hizo la luz. Y no se apagó.


He metido todos los trastos en una sola habitación. He dejado un dormitorio listo para ser ocupado en cualquier momento. He lavado hasta las cortinas. He tirado una montaña de cosas a lo contenedores de basura. Y he dejado algunas al lado por si a alguien le hacían falta, cosa que no tardaba en ocurrir pasada media hora. Ahora tengo tiempo para hacerlo.


- Ven por aquí, Kufisto -dijo Fernando dejando sus cosas al verme en la cola de las cajas del mayorista donde está de encargado .
- Hola, Fer.
- ¿Qué tal va eso, tío?
- De lujo.
- ¿Ya no quieres factura, no?

Reímos.

- ¿Ya tienes algo? -preguntó.
- Nada. Sólo quiero descansar.

Sonrió.

- ¿Sabes? Estoy hasta los cojones -Y mientras pasaba la compra por el lector electrónico me contó la última que había tenido hoy.


Y reí.


lunes, 4 de septiembre de 2023

¿UNA NOVELA?

La escena de Adso con la chica y aquel sangriento corazón de gigante; Guillermo y sus trastos mirando al cielo nocturno; Salvatore; el Abad llevándose la mano al crucifijo de oro sobre su pecho; Ubertino, postrado en el suelo ante una estatua de la Virgen María...¿Por qué recuerdo esto? ¿Por qué recuerdo esto ahora?

Vi por última vez "El nombre de la rosa" hará como siete años. Lo sé porque mi padre murió hace seis y medio. Recuerdo que esa tarde en su casa, una de tantas, llegué un tanto colocado. Mi padre no duró mucho, apenas año y medio, pero nos hartamos de ver películas. Yo terminaba de trabajar en el bar a las cuatro, hacía mis cosas y a eso de las seis, estuviera como estuviese, me iba con él. Mi madre se iba a comprar y nos quedábamos los dos solos. Mi madre no quería dejarlo solo. No fallé ni un día.

Pasé muchas tardes con él. Muchas. Castilla la Mancha Televisión solía emitir películas de vaqueros, algunas buenas. Y cuando no era el caso siempre teníamos a mano un buen cargamento de pelis modernas descargadas por la mujer de mi hermano. Algunas se dejaban ver, otras eran buenas y había sitio para el desquicio. 

Quede por delante que a mi viejo le apasionaba el cine, aunque decir apasionar de un padre de cinco hijos sea mucho decir. Será mejor acotarlo en que le gustaba; lo único que a mi viejo le apasionaba era su familia. 

Y entendía. Le gustaba el cine bueno. Él, un hombre sin estudios, apreciaba el cine bien hecho, lo sabía ver. 

Jajaja...Recuerdo ahora cuando vimos "Eyes wide shut" en vídeo muchos años antes de su enfermedad. Yo, como no, llegué a casa de aquella manera. Kubrick ya estaba muerto y Kubrick para mi era Dios, sólo por debajo de mi padre. La  cosa fue que mi vieja se fue a la cama a los cinco minutos y mi padre se durmió en el sillón tras la orgía. Y si hay que decir verdad tampoco yo entendía nada de todo aquello. Pero era la última película de Stanley Kubrick. Ahora la veo mejor, pero ese es otro cuento.

Una tarde, ya avanzada la enfermedad, yo mirando de reojo su nariz caída, signo inequívoco de muerte, aburridos, dimos en parar tras pasar por un montón de títulos de mierda de los dvd´s de mi cuñada con una película repleta de actores famosos. Yo tenía una vaga idea de ella y de su director.

- ¿Esta? Sale tal y cual...
- Venga. Déjala a ver.

Mi viejo era de actores.

Pero el director era Terrence Malick, uno de los mayores soplapollas del mundo, incluso para mi.

Y era de ver sus gestos pasados diez minutos de aquella cosa. Empecé a reírme.

- ¿Qué es esto, Kufisto? ¿te enteras de algo?
- Ni de una mierda.
- Pues quítala y pon cualquier cosa.

Y puse lo de los coches tuneados para hacer tiempo hasta Pasapalabra, su programa favorito.

A mi me reventaba aquel subnormal de presentador. Ya por entonces no veía la televisión desde hacía años, pero un padre es un padre.

Decía el subnormal: "¡Tal!" Y decía yo el ochenta por cien de las veces: "Cual"

Así pasamos muchas tardes. Hay días en los que me acuerdo mucho de esas tardes.

Una de esas vimos "El nombre de la rosa" Hasta los huevos de vaqueros matando indios, aquello fue poco menos que una revelación. Habrán cuatro, cinco, películas que me hayan marcado en la vida y esta es una de ellas. Cuando llegó el polvo de Adso le conté mi experiencia. Y sonrió.

Y entonces empezó a recordar y a decir cuando él era chico en el colegio de los curas y en el bar de su padre, mi abuelo. Y entendí mucho de lo mío.


El bar se cierra. Hará como dos meses que lo anunciamos. Es la última semana. Los clientes apenas lo pueden creer.


- ¿Pero qué es esto, Kufisto, hijo mío?
- Nada. Vamos a cerrar. 
- Tu madre está llorando...¿qué os pasa? ¿no va bien el negocio?
- Estamos hartos, papa
- ¿Hartos?
- Hartos.
- Hijo mío, ¿recuerdas la última vez que estuvimos juntos? No en el hospital, en casa,
- Sí
- Nos reímos mucho.
- Sí.
- Pues ya está. Recuerdo tu emoción al contarme tu primer polvo mientras veíamos esa película, jajaja...Estabas medio colocao, siempre te lo he notado. No sabes reír si no has bebido. Pero cuando bebes tienes un punto bueno.
- ¿Y qué te parece?
- ¿El qué?
- Que cerremos el puto bar
- ¿Qué vas a hacer ahora, Kufisto?
- Escribir.
- ¿Escribir?
- Una novela. 

jueves, 31 de agosto de 2023

LOS VIEJOS TIEMPOS

 Y un día más, los viejos tiempos. 

Todo comenzó por un comentario que hice (con la puerta del bar todavía cerrándose) acerca del culo y la descubierta espalda baja tatuada de la clienta que acababa de marcharse en compañía de su pareja, un tipo fuerte, rapado y con perilla que caminaba apoyado en una muleta.

- ¿Pero no sabes quien es? -dijo Camilo.
- No -respondí.
- ¿Pero tú en qué mundo vives?

Explicaciones. La conocía. No la había reconocido. Han pasado muchos años. Sí, ella me había mirado de rara manera al pedir su vino blanco pero...habían pasado muchos años.

Y a cuenta de la chica vinieron los viejos tiempos a las memorias de mis dos amigos. Otra vez.

Los viejos tiempos no fueron tan buenos, ni mucho menos, al menos para mi. Los viejos tiempos fueron una enorme mierda en la que a punto estuve de asfixiarme. Los viejos tiempos hace tiempo que van dejándome por aquí, en una especie de apartadero.  


Veo series para la televisión que no tengo. Si buscas bien las encuentras en la Red. Lo mismo con las películas: no hay una, por reciente que sea, a la que no puedas llegar.

Fue graciosa la de la otra tarde. Era una de Polanski, no recuerdo el título. Él era el protagonista, "El quimérico inquilino" Acaba tirándose de un tercero por dos veces, hasta rematarse. Jajaja...

Recuerdo ahora "La semilla del diablo", viéndola de chicos con los amigos, fumados y bebidos en aquella habitación. Recuerdo como flipamos con la peli...La otra tarde uno de ellos vino al bar. Hacía años que no le veía. Me puse malo verlo en el bar, tener que hablar con él. Menos mal que apenas faltaban diez minutos para el cambio de turno.


Los viejos tiempos.

jueves, 24 de agosto de 2023

MULHOLLAND DRIVE

Un episodio piloto para la productora. La historia no convence y se deniega la financiación. "Mulholland drive" va a dormir el sueño eterno.

David Lynch acaba de filmar "Una historia verdadera", su tercera (y última) bajada de pantalones. La película tiene cierto éxito, las críticas son buenas y Lynch se ve en buena posición para hacer una serie de televisión (esta vez sí) a su manera. Después de todo es el tío que apenas diez años atrás hizo "Twin Peaks", la serie que hasta la mitad de la segunda temporada cambió para siempre la historia de la televisión. 

Año y medio después de la cancelación un Jim Slater de la vida aparece esta vez en forma de productora francesa y le dice: "Jovencito, creo en ti. Aquí está la pasta que pedías. Ahora a jugar" Pero creo que estoy confundiéndome con Bobby Fischer en Reykjavik.

Hay dinero, sí; pero no para una serie sino para una película. Lynch acepta. Serie o película, la historia es buena. Muy buena. Y hay que contarla. Hay que contarla bien.

Todos los actores acuden a su llamada. Nadie se quita de en medio. Ninguno es una estrella cinematográfica. Y él es David Lynch. 

Y se hace "Mulholland drive", la película.

La película.


¿Qué es el cine? ¿Tú, niño, viendo "Acorralado" por primera vez? ¿Tú, adolescente, viendo "El último mohicano" por primera vez? ¿Tú, macarrilla, viendo "La naranja mecánica" por primera vez? ¿O tú, ya remero en galeras, viendo "Un día de furia" por primera vez? 

El cine, como la vida, es como un sueño. Por eso "Mulholland drive" es un sueño. Y no porque la vida tenga que ser un sueño, no...Sólo que sin sueños no se puede vivir. No se puede vivir.

Naomi Watts, acabada la trágica cena, coge su café con mano temblorosa viendo como su amor está besándose con un hombre. Una figura, femenina, se acerca por detrás de los enamorados. Y ya diáfana, joven y bella susurra algo en el oído de la mujer. Se besan. La miran. Sonríen. Naomi llora. Algo cae en el suelo rompiéndose para siempre.

Naomi Watts se masturba mirando a la pared. Quizá por esto ni la nominaron al Oscar de aquel año. Naomi acaba golpeándose el coño con furia para sentir algo. Está llorando, como todos. Suena el teléfono.

Es la llamada a la cena, la trágica cena. 

Naomi Watts se pone guapa, no tan guapa como en el sueño. Allí era un sol, ahora no: un eclipse se arrastra por su rostro maquillado. 

Y en el primer y último viaje a "Mulholland drive" la limusina para antes de tiempo. Y Naomi se asusta. Esta viendo, está viviendo, el inicio del último sueño.

El sueño en el que ella conseguía hacerlo realidad. Pero no se puede soñar eternamente con un corazón latiendo en el pecho. Hay que despertar. Y despierta.

El amor ha muerto. Y ahora no queda más que morir.


"Mulholland drive" está considerada como la mejor película del siglo corriente por la crítica profesional.

Yo, por mi parte, hijo del siglo XX, digo que no he visto ni oído (gracias, Badalamenti) cosa igual.

¡Quien me iba a decir que mi película sería la historia de dos bolleras! Me cago en Dios.


Gracias, Lynch. Es tu mejor película y lo sabes.


Y gracias, Naomi Watts. Muchas gracias.


Muchísimas gracias.

sábado, 19 de agosto de 2023

"I¨M IN LOVE WITH YOU..."

 "Estoy enamorada de ti" le susurra por dos veces al oído en el crescendo de la melodía. No hay respuesta. Y vuelven a besarse ya en la descendente de las cuatro notas.

En la cocina del bar, abriendo los panecillos, tarareaba una y otra vez el momento culminante. Un poco de tomate triturado, algo de aceite y embutido, queso o atún. En la barra, Paco desayunaba a tientas.

Acostado en la cama, apagada la luz, fantaseé con ella durante horas. Quizá así la viera en el sueño. Nunca la he visto en sueños.

- ¿Puedes salir un momento, Kufisto? -dijo Paco.
- Dime.
- Ahí tienes el dinero.

Cogí las monedas tras la vitrina. 

- Te sobran cincuenta céntimos -dije extrañado. 
- ¿Como? -respondió un tanto atónito.
- Sí.

Echamos cuentas. Por una vez yo tenía razón. Él pareció decepcionado. Era la primera vez que se equivocaba. 

Ni rastro de Sonia. Mi padre muerto, llorando, enfermo, me hablaba por primera vez. Estábamos en casa de los abuelos. Había más gente, mi madre entre ellos arrodillada a los pies de su esposo, mirándome con lágrimas en los ojos. Salí de allí espantado y subí a la azotea. Entonces desperté. Todo estaba oscuro. Miré el móvil. No había pasado ni una hora desde que me había dormido pensando en Sonia.

Sobró casi todo el arroz. A veces le guardo un buen plato a mi madre cuando pasa esto. Voy a su casa y estoy un rato con ella mirándola ver Telecinco. Lo tiré todo a la basura.

Hacía calor ahí fuera. Encendí un cigarrillo. Una paloma planeó desde lo alto del ciprés de la rotonda hasta plantarse entre los ramajes de uno de los árboles de la mediana. Le bastaron un par de enérgicos aleteos. Estupefacto pasé adentro, me serví un whisky y una botella de agua y volví a salir afuera, esta vez para sentarme.

Desperté cansado. Todavía estaba oscuro más allá de la ventana. Miré el reloj. Todavía tenía una hora por delante. 

Bajé la persiana, apagué el ventilador de pie, volví a acostarme, la gata maullaba tras la puerta del dormitorio.

Dejé enfriar el whisky. Bebí agua.

En la sombra se podía estar. Apenas un par de horas de sombra son suficientes para poder estar.

Vi pasar algún que otro coche. Algunos pitaban a modo de HAL 9000 y yo les devolvía un gesto mecánico.

Eché un trago.

Una tipa, una sudamericana, pasa delante de mi diciéndose a sí misma que necesita un papel. Por un instante pienso que es de fumar y estoy a punto de decirle que tengo mil. Pero ella no hace ni el amago.

Los coches pasan. Algunos ya llevan la música fuerte, aceleran.

Apuro el whisky y tiro el cigarrillo.

"Estoy enamorada de ti..."






domingo, 6 de agosto de 2023

MULHOLLAND DRIVE

 Puede que hoy haga un mes de la primera vez que la vi. Podría certificarlo tirando del historial pero no es necesario; como dice uno de esos personajes de su segunda mejor película: "Prefiero recordar las cosas a mi manera"

La breve sinopsis leída consiguió echarme para atrás durante un par de días. No me apetecía nada, pero nada, ver la historia de dos mujeres. Conocía a una de ellas, a la rubia, la de "King Kong"; de la otra, la morena, nada me sonaba. 

En "King Kong" la rubia estaba bastante bien; divertida, buena chica. La pelea del mono con el dinosaurio era la hostia. Luego supe que también actuó en "21 gramos", que me gustó cuando la vi aunque no recuerdo nada más de ella, hasta el punto de haber olvidado a todos sus actores.

Era un día normal, de diario, aunque decir esto sea excusado: diario o finsemanal, todos mis días son muy parecidos. 

Recuerdo, jajaja...recuerdo (eso sí) que la tarde-noche anterior había visto una peli muy bien considerada por los críticos, un clásico, una peli francesa de los años cincuenta, "La diabólicas" Bueno, no estuvo mal pero podría haber sido mucho mejor. Tenemos un problema con los clásicos, esa es la verdad. Y sin saber qué cojones ver para hacer tiempo hasta que me entrara el sueño recordé que tenía pendiente "Mulholland drive" a modo de cierre del ciclo de Lynch que me había metido en los tardes anteriores, ciclo que, todo hay que decirlo, había tenido muchos altibajos. Demasiados.

Todos hemos llorado con "El hombre elefante"; todos nos emocionamos con "Una historia verdadera" Todos vimos en nuestra primera juventud "Cabeza borradora" y "Terciopelo azul", película esta ya de culto aún para un chaval nacido en el 73. Recuerdo...recuerdo lo cachondo que entonces me ponía Isabella Rosellini. Pero en su revisión me pareció una película de chiste tan sólo salvada por la imaginería de Lynch: todos los actores están horrorosos. Digan lo que digan.

De ahí pasé a "Corazón salvaje" Había tomado la decisión de ver su filmografía cronológicamente, con las excepciones de "Cabeza borradora" (no estaba preparado aunque luego sí que volví a verla), "El hombre elefante" (revista) y "Dune" (que no me interesa una mierda)

"Corazón salvaje" no es ni mala ni buena. Está bien. Tiene cosas muy ridículas y otras extraordinarias, como (sobre todo) la secuencia del accidente en la carretera, el papel de la madre de Laura Dern o el de Willem Dafoe (actorazo). Los polvos y eso bien, pero estamos en 2023, en plena Era del Porno.

"Carretera perdida" es su primera gran obra. Muchos dirán "Terciopelo azul" o "El hombre elefante", pero esta es su primera gran película. No. 

La primera parte de "Carretera perdida" es algo que se sale de cualquier parámetro. Es una puta obra de arte, tal cual. El intermedio baja el tono un tanto para recuperar toda la potencia en un final (desde el polvo en el desierto) que te deja con ganas de más Lynch, más Lynch, más Lynch...

...Pero el problema era que la siguiente era "Mulholland drive" y no tenía ninguna gana de verla.

Tanto fue así que haciéndome trampas en el plan busqué por "Inland Empire" y gracias a Dios no la encontré. Luego, hace cuatro días, conseguí un enlace y es una putísima mierda. Creo que de haberla visto antes que "Mulholland drive" no habría llegado a esta.

Pero como decía era otra tarde sin nada más que hacer. Encontré un enlace en versión original subtitulada. Y con muchas reticencias me dispuse a verla.

Dos horas y media después, clavado en el sillón hasta acabar de ver el último crédito, maravillado como un niño al escuchar a su abuelo reconduciéndolo a cuenta de lo buenas que son las hormigas y lo absurdo que es ir pisándolas, busqué información en la Red ante lo que acababa de ver. Y entonces lo entendí todo.


No, todo no; pero sí la clave.

"Mulholland drive" es la mejor película que he visto. 

"Mulholland drive" es muy fácil de entender.


Tan sólo tienes que estar bien despierto. 

O bien dormido.

martes, 1 de agosto de 2023

SE ME ACABA DE OCURRIR

- Una cerveza.
- ¿Barril, tercio?
- ¿Tienes la clásica de Mahou?
- Sí, de barril.
- Pues una cinco estrellas.

Bien. 

Recuerdo una vez que un panchito pidió una cerveza con cocacola. Este no era pancho sino del terruño, aunque (saltaba a la vista) de otro pueblo mucho más pequeño.

- ¿Tienes bocadillos? -dijo aún antes de abrirle la cerveza.
- No -respondí esperanzado- Tengo tostas.

Le acerqué la carta que miró con evidente decepción.

- Yo quería un bocadillo. ¿Como no tienes bocadillos?

"¿Como no tienes bocadillos?"

- A tiempo estás. ¿Quieres la cerveza?

Dudó.

- Sí.

Una cuestión de orgullo.

Enseguida recibió una llamada telefónica que a mi amigo y a mi no nos quedó más remedio que oír de fondo. 

Una ecografía. Una problemática ecografía de algún otro.

Eran las tres y cinco de la tarde, casi hora de cierre. 


- Recuerdo un día -dijo mi amigo- Estábamos en la feria. Éramos chicos, habíamos bebido y de regreso a casa nos topamos con la máquina del puñetazo...¿Te acuerdas de esa máquina?
- ¡Claro!
- Bien. Ponme otro vino. Gracias. Pues llegamos y bueno, ya sabes, a probarnos y tal...¡Y eso sin ninguna tía ni medio cerca!
- Jajaja
- Y llega uno de mis colegas y coge la posición y los puños en la cara, midiendo la distancia y va a golpear la pera y justo antes del último paso tropieza y conforme cae la golpea con la cabeza y le marca una mierda.
- Jajaja
- Jajaja

- Adiós -dijo el extraño.
- Adiós.

Eché la llave. Serví unos vasos.


- Recuerdo a un tipo. Ya era viejo hace veinticinco años, así que estará muerto. Destacaba. Era un tío alto, erguido, de nariz aguileña y con todo su pelo, aunque ya blanco. Manolo era su nombre. No Manuel o don Manuel, o señor Manuel, no...Manolo. O al menos así era en el viejo bar. Hay cosas...Mira que te diga...que se ven. Que se ven al primer golpe de vista: la forma de sentarse en un taburete, pedir las cosas, el simple hecho de encender un cigarrillo...No sé como explicarlo. Pero se ve. Se ve. 
Manolo no buscaba ni rehuía conversación alguna. Él estaba allí sentado, cruzado de piernas en su taburete, bebiendo vino blanco del país y fumando Marlboros de cajetilla dura casi en cadena pero sin ansia. Fumaba tan bien como se sentaba.
Por aquel entonces yo tenía veintipocos años y ya arrastraba con los problemas que sigo teniendo. Ya te he dicho que Manolo no hablaba con nadie y es la verdad; tampoco rechazaba y también es verdad. Él estaba allí, en el bar, y quien quisiera hablar con él, hablaba. Claro está que a un tipo como él le bastaba una mirada a su copa de vino blanco de cualquier marca pero frío para zanjar conversaciones no deseadas, cosa que vi muchas veces. Pero eso fue algo que nunca le pasó conmigo.
El bar estaba tranquilo y yo andaba limpiando vasos o lo que fuera.

- Kufistín, un vino.
- Como va eso, Manolo.
- Bien, hijo.

Por mi padre me enteré que había sido un tío de familia de pasta. Todo se lo fundió. Nunca pegó un palo al agua. Y ya, viejo, había venido a morir a su pueblo.

Las mejores mujeres eran las caribeñas. Un bolero pegado a una de ellas era lo más grande de la vida. Literal.


- ¿Y?
- No sé. Se me acaba de ocurrir.

sábado, 15 de julio de 2023

A IBÁÑEZ

 Filemón se había comprado un jarroncito chino. Muy contento por la adquisición volvía a casa con la idea de restregárselo por la cara a Mortadelo pero antes de llegar ocurría la primera de las tragedias sucedidas en apenas una página: sin quererlo ni darse cuenta, el calvo miserable destruía accidentalmente el delicado jarrón. Por tres o cuatro veces (no lo recuerdo ya) y a cual más indignante el pobre Filemón no conseguía alcanzar su pisito con el jarrón intacto. En la última, ya con los bolsillos del pantalón vueltos, la cabeza sobre el jarrón y no sabiendo que más hacer para protegerlo del ignominioso fatum en forma de calvo pelado cae un objeto sobre su cabeza (creo recordar que una maceta) y del golpe destruye por cuarta ocasión su tesoro. Arrebatado de furor y con colmillos salientes, como de vampiro, echando llamaradas hiroshímicas por la cabeza, corre escaleras arriba: "lo mato, lo mato, LO MAAATOOO!!!!!!" Y todo acababa como de costumbre, persiguiéndose el uno al otro por el desierto de Gobi, la Antártida o la Gran Muralla China. 

Me reí tanto que nuestra madre vino del salón a ver qué pasaba. Y yo, entonces niño, con lágrimas en los ojos, no podía ni hablar. Y aquella noche releí aquella historieta una y otra vez hasta hartarme. No podía soportar la risa en aquella viñeta de Filemón desatado. "¡Pero cállate ya! -gruñía mi hermano" Pero yo no podía. La última vez que mi madre se acercó a vernos lo hizo con una gran sonrisa de su hermosos labios.


Gracias, Maestro. 

viernes, 7 de julio de 2023

EX CAMARERO

 "Corazón salvaje" me dejó buen color en los ojos: la golférrima madre, el siempre correcto Harry Dean Stanton interpretando a Harry Dean Stanton (esa última mirada antes de su ejecución), el gran Dafoe y su Bobby Perú (tan superior al muy sobrevalorado Dennis Hopper de "Terciopelo azul"), incluso la pareja protagonista no lo hace mal; de hecho la mejor escena de la película es suya, esa en la que se encuentran con un accidente en la carretera.

"Carretera perdida" y Bill Pullman y Patricia Arquette. Hasta que no vi a esta creí que era su hermana, Rosanna, la de "mejora la felación" a cuenta de un piercing lingual en "Pulp Fiction" Recuerdo que al verla me desanimé en un primer momento. Un corto, cortísimo, primer momento. ¿Bill Pullman? ¿pero ese tío no es el de "Dos tontos muy tontos"? La primera parte del magnífico thriller avanza hasta desembocar en "una cosa de fantasmas", como dice el guardián de la prisión. Y entonces desaparece un buen Pullman y aparece Robert Loggia, ese grandísimo actor. Y después (casi hipnotizado tras el polvo en el desierto) uno ve como la historia termina como empezó, con la voz de Bowie doliéndose de estar hecho caldo mientras un coche avanza a toda velocidad entre las amarillas y entrecortadas líneas de una carretera perdida. No has entendido nada de lo ocurrido pero te gusta.

Reconozco que llegué hasta "Mulholland drive" con ciertas reservas. Realmente es dramático lo que están consiguiendo estos hijos de putas que mandan lo que no y lo que sí. Era la historia de dos chicas y no me apetecía nada perder el tiempo en rollos feministas, aún siendo la película del 2001 (¡qué curioso!) pero bueno...Salí del bar, llegué a casa, me cambié, le pegué al saco durante una hora, me duché, merendé algo, le eché de comer a la gata, fui al salón, bajé la persiana, corrí las cortinas y tras mirar durante un buen rato algunas otras opciones, ya con el sol caído tras el edificio de enfrente, vi que no quedaba otra más que hacer el esfuerzo y darle una oportunidad a esa película que no me apetecía ver. 

Sentado en el sillón, la botella de agua a mano, me rulé un cigarrillo, lo encendí, me incorporé y con la ayuda del ratón accioné el play de la dudosa imagen que veía en la pantalla del ordenador: era una especie de puto baile yanqui.

- Oh, Dios...

Y así empezó la película. Con el puto baile yanqui.

Con el puto baile yanki...


Dos horas y media más tarde, emocionado hasta casi soltar las lágrimas, busqué información en Internet acerca de lo que acababa de ver. Y entonces fue cuando lo entendí todo. 

En la vida, de pura pereza, muchas veces uno se dice que lo entiende todo sin entender nada. Yo mismo, en aquella memorable noche, me fui a dormir sin entender nada. No ya de lo visto, ni siquiera de la explicación. Con todo, y haciendo un gran esfuerzo para no verla otra vez a pesar de la hora, me fui a la cama.

Aquella noche fue la primera en la que me dormí con "Mulholland drive"


Ha pasado una semana larga desde entonces. En ella han habido días en las que la he visto dos veces. Sólo un día dejé de verla, un día después de una madrugada en la que desperté en estado de pánico. Yo estaba casi despierto y alguien estaba encima de mi queriéndome hacer daño. Y justo cuando iba a gritar, desperté.

Quizá llegué a gritar. Pero no llegué a oírme.


"Mulholland drive" es una historia de amor y de sueños rotos.



Y aquí lo dejo. Pronto cerraremos el bar. Antes cumpliré cincuenta años. Bukowski tenía los mismos cuando, desesperado, escribió "Cartero"


El camarero.


domingo, 2 de julio de 2023

LA LLORONA DE LOS ÁNGELES

 Se ha hecho algo en el pelo. Creo que el nombre es cardar, aunque no estoy nada seguro. No entiendo de peluquerías, tampoco de coches y motos, de tornillos y tuercas: cada vez que no me queda más remedio que apretar o desaflojar algo tengo que hacerlo en ambas direcciones. No lo recuerdo.

Pero estaba preciosa. Quizá sólo fuese su verdadero pelo.

No pude mirarla más que al dejar la primera ronda de cervezas. Ella sonrió y me dio las gracias. De vuelta a la barra decidí no mirarla en todo el tiempo que pasara en mi bar.

"No la mires, Kufisto, no la mires"

Y seguí tirando cañas mirando su espalda y el perfil de su rostro hablándole a la madre enferma. 

Pero no la miré las dos veces que volví a salir para atender a su padre. Ella sí. Pero hoy yo no podía soportarlo.


- Tienes mala cara, Kufisto -dijo, nada más entrar, un cliente.


Fue una noche mala. Habrán noches buenas y hay noches malas. 

Desperté del sueño no menos que cuatro veces. En la primera salí al salón y fumé el resto de un cigarrillo. En el sueño todo tendía a ir mal. En el sueño yo deseaba estar bien pero las cosas salían mal. Y me dormía otra vez, y soñaba otra vez y todo era semejante otra vez y nunca había descanso otra vez. Y así hasta que a eso de las seis y media de la mañana me despertaron los lastimeros maullidos de la gata tras la puerta.

Blasfemé; enfadado, salté de la cama y abrí la puerta del dormitorio decidido a darle una patada, pero ella lo sintió y salió escopetada para esconderse de mi. Miré en su dormitorio: el comedero y el bebedero no estaban vacíos. Fui al salón y subí la persiana del gran ventanal, quizá fuese eso. Volví a la cama. No se lamentó más. Miré el reloj. Apenas una hora para levantarme y ya estaba muerto.

Una larga ducha. Un buen afeitado. Las ojeras por los suelos y un poco de pomada en los eccemas.


Eché a andar. El mundo seguía siendo una mierda. El mundo siempre será una mierda.


Conecté un cable suelto al ordenador, "quizá sea este" La señal pasó al televisor y puse la película. Por unos minutos, hasta la simultánea venida del panadero y la churrera, volví a ver el inicio de la película con la que volví a acostarme ayer. Por un instante tuve ganas de bajar las persianas, cerrar el bar y ver la película de toda esta última semana en una buena pantalla con buen sonido cuadrafónico y no en mi puto ordenador de mierda. Mierda, mierda, mierda...


- Hola, Kufisto.
- Hola, Sonia.




viernes, 30 de junio de 2023

YO ESTABA BIEN

Yo venía de soñar y mi alma todavía estaba dentro del sueño cuando llegué al bar. Te vi nada más correr las cortinas de la puerta. Tú reías. Pasé a la barra, vacié los bolsillos y un mediodía más puse algo parecido a la música de mi sueño.

Mi hermano se fue. Entró un chico para sentarse con vosotras en una mesa. Se acercó a la barra y pidió una ronda de cervezas. Llevaba tatuajes en los antebrazos.

Cuando dejé la tuya, la especial acompañada de su tapa especial, me miraste fijamente, sonriendo, y dijiste gracias. Mantuve tu mirada sin ningún esfuerzo. En verdad no fue complicado. Mi alma todavía estaba atrapada en un sueño.

Sí, te recordaba de otros días en el bar. El camarero tiene memoria fotográfica. Entonces venías con otro tipo, uno a quien hace poco tiempo volví a ver en compañía de una elegante mujer, más o menos de tu edad, pero con las uñas de los pies muy bien pintadas. Lucía espléndidamente un vestido blanco con motivos rosas. Andaba sobre unos afilados tacones. También me sonrió dándome las gracias con los ojos. Yo la miraba cada vez que tenía que tirar una caña. Él, tu antiguo acompañante, tan educado como siempre, bebió un par de cervezas, lo recuerdo bien. Hablamos de algo mientras le tiraba la segunda. Es un hombre reservado.

- Me ha encantado tu arroz -me dijo ella.
- A eso te he traído -dijo él.
 

Sí, te recordaba. Y el recuerdo era mejor.

La música parecida a la del sueño seguía sonando en el bar. Y tú bebiste tanto como para alcanzar la escandalosa y constante carcajada compartida con tu amiga, aunque no por el chico de los brazos tatuados. 

Y entonces vi que te dormías, que caías en el pesado sueño negro de las luces encendidas. Tu amiga parecía muy preocupada. El chico de los brazos tatuados se acercó a la barra y pidió una botella de agua que no le cobré. Y cuando salí de lavar los platos no había nadie en vuestra mesa.


Ya era tarde. Todavía quedaba gente en el bar casi cerrado. Bajé las persianas y apagué el televisor. Cambié de música y esta vez puse la del sueño. Me senté en un taburete y encendí un cigarrillo. "Podéis fumar si queréis. Pero nos vamos"

Nadie más que yo encendió ningún cigarrillo. Me serví otra copa.

La gente continuaba hablando y riendo. Poco después se fueron, aunque no del todo. Con la llave echada oí que seguían tras la puerta. Yo ya había acabado del todo pero no quería verlos al salir, no quería encontrarlos en mi próximo sueño.

Otra copa. Otro cigarrillo. La gente nunca se acaba de ir.


Y todavía estaban allí, hablando y riendo detrás de la puerta, cuando me fui del bar con media botella de Johnnie Walker bajo el brazo.




jueves, 22 de junio de 2023

¿OS QUEDÁIS?

 Esos tipos hundidos en el mar, inhumados en una cápsula de titanio reforzado por los siglos de los siglos junto al objeto del último de sus deseos cumplidos


- ¿Queríais verme? ¡Ah, qué honor! En verdad os lo agradezco, en serio. Aquí sigo, solo, en el mismo sitio donde caí por primera y última vez. Pero eso fue hace mucho tiempo...Dejadme que os cuente.

Al principio todo estaba bien; tan bien que fui creado. Nadie crea nada si no está bien. Bueno...quizá sí, seguro que sí, pero sin amor no es lo mismo. Y conmigo hubo mucho amor.

¡Deberíais haberme visto mientras me construían! Yo ya estaba hecho por entero en la idea del ingeniero, tan sólo faltaba darme forma. Y a ello se puso con todo el amor del mundo.

Yo entré en el mar tan contento...No podríais imaginarlo. Sí, era como ser el señor del mundo, era como ser su segundo padre, que no es poco. Dentro de mi todo era alegría, esperanza y felicidad. Yo era casi tan perfecto como la idea que me creó. Casi.

Pero hubo un día en el que todo se torció. Yo no supe verlo en el momento, caí en ello más tarde, ya cuando hacía tiempo que dormitaba en este abismo, pero puedo aseguraros que sí que sentí una extraña sensación previa. Sí, la sentí. Pero me equivoqué. O no. Quizá fue que tan sólo pasó lo que tenía pasar.

Yo, tan joven, caí partido a la mitad hasta el fondo del mar mientras la gente se agarraba a mis restos para salvarse.

Yo supe que (por alguna razón que no podía entender) me dirigía al fondo del abismo. Y entonces, ¿para qué conservarme a mi mismo, entero, sin despedazarme todo lo que pudiera? 

Muchos se agarraron a mis restos mientras yo descendía hacia el abismo...


Y ahora vosotros estáis aquí.


Estoy tan solo...¿No queréis quedaros un rato conmigo? Sí, antes de vosotros han habido unos cuantos que vinieron a verme, pero pronto se fueron, no podían soportarlo. Y yo estoy tan solo y os quiero tanto...


Cuando yo estaba allí arriba y no aquí en el fondo, flotando a la orilla del mar, todo era tan...¿Os quedáis?

domingo, 18 de junio de 2023

LOS PUÑOS ESTÁN EN FORMA

 "Un santo decir sí"...

- Me voy, chicos.
- Adiós, Kufisto. 

El Chato acababa de pasarse al café a modo de preámbulo para la sesión de cubalibres; el Chungui, como siempre, permanecía fiel a la cerveza. Atropelladas conversaciones de barra de bar, horas enteras. Pasé la última con ellos, una vez recogido el bar. Nos reímos mucho. Una de las veces que salí afuera para fumar en compañía de la tercera parte del banco vimos pasar una extraña escena. Un límpido coche cargado de gente aparcó delante de nosotros, pero no del todo. Con todo el aparcamiento libre (unos treinta metros) no hizo sino avanzar y parar como quien duda. Oímos hablar a las muy arregladas mujeres del asiento trasero. El conductor, un chico joven, llevaba el coche dentro de la línea de aparcamiento. Y así fue, parando y al ralentí, hasta el final, justo cuando iba a detenerse ante el siguiente bloque de pisos. Y allí, en el último momento, una furgoneta se le adelantó para aparcar justo delante de sus narices, dejándoles casi sin sitio para hacerlo.

- Jajaja
- Joder

El tipo, un cincuentón gordo y grande de bestial aspecto, bajó de la C4, echó una breve mirada hacia atrás, (algo que imposibilitó cualquier idea de tocar el claxon) y con toda calma se dirigió hacia el 24 horas de la rumanilla cachonda mientras el coche matrícula M de azul eléctrico mantenía accionado el pedal del freno con la parte trasera fuera de la zona de aparcamiento.

- Jajaja
- Me cago en dios

Entonces fue que oímos un claxon como de carrera ciclista. Y en verdad se trataba de una bici, de una bici que pasaba por delante del bar y sobre la cual pedaleaba un cliente, uno que gracias a Dios no es sino circunstancial, un chaval, un mostrenco de unos treinta años, un pesado del alma, el clásico ejemplo de "lo que no debe ser" un cliente en un bar con profundo oleaje, ese que aún viéndote liado y concentrado cual resacoso adepto a Cthulhu pidiendo por la salvación de sus cañas no por ello deja de contarte a grandes voces sus aún más ininteligibles mierdas...

- Jojojo
- Esto es la hostia, Kufisto.
- Me encanta la vida. ¿Sabes? En los momentos de bajón me acuerdo de estas cosas.
- Mira, ya bajan los del coche.

Poco a poco fueron saliendo mujeres de él; algunas muy jóvenes y otras no tanto, pero todas bien arregladas y un tanto sofocadas. El chaval que conducía fue el último en apearse.

Mi amigo se fue. Sus hijos lo reclamaban para tomar algo en otro sitio.

- Ya son grandes y todavía me quieren, Kufisto. Es decir, quieren estar conmigo.
- Claro.

Pasamos adentro, apuró su segunda y última copa reglamentaria de pacharán, pagó, y despidiéndose de sus tres simpáticos amigos marchó hacia donde sus tres hijos estaban esperándole. 


Cargado con la bolsa de trabajo caminé por las calles desiertas bajo un cielo abrasador...O no, espera un momento. No. No hacía nada de calor. Recuerda que ya son diez años sin televisor en el piso y al menos veinte que no ves las noticias. No hacía frío pero tampoco calor. Durante toda la mañana, todos los días, ando escuchando sobre el calor.

- ¿Pero vosotros os acordáis del verano pasado? -digo cuando ya no puedo evitar callarme, rompiendo con ello una de la reglas de oro del buen camarero. Después de todo, ¿qué me va en ello? 

El del año pasado fue un infernal revival del de 2015, año que recuerdo porque lo pasé sin fumar y eso hace marca. Pero aún peor, pues empezó a mediados de mayo y se alargó hasta el mismo tiempo de agosto. Tres meses sin bajar de cuarenta grados durante el día y veinte a última hora de la madrugada. A piñón. Y esto ahora te lo comparan con los treinta que hizo en Marzo. Treinta grados aquí, en La Mancha, son un paseo militar. Pero nada, que hace mucho calor cuando ayer fue el único día que llegamos a 35.

Ya son cuatro los meses que ando este camino de diez minutos escasos. Quizá esta semana me devuelvan el coche. 

En todo este tiempo lo he tenido para ver que otros están peor que el mío. Y hoy, esta tarde, pasando otra vez ante el coche azul enjaulado tras la valla comunitaria de uno de los edificios del trayecto, no sé por qué, me he acordado de Von Braun y su cohete a la Luna.

Cuando él hizo eso mi padre todavía era novio de mi madre. Mi padre tenía un buen bar y mi madre, mucho más joven que él, trabajaba en una fábrica de guantes. Yo nacería pues con algún Apolo de esos elevándose más allá de las nubes en el año 73 de mi era. El año está claro, el día no tanto según mi DNI, pero esto era algo normal en aquel tiempo extraño. 

Von Braun era uno de aquellos nazis que se repartieron americanos y soviéticos. Le dieron casa, putas, tiempo y recursos ilimitados, tanto físicos como materiales. Las matemáticas son fórmulas y los materiales están subordinados a ellas. Von Braun tenía una buena retentiva para ello y entre polvo y polvo con putas premium diseñó un cohete en el que no iría. Cuantos murieron en los ensayos es algo que no viene a cuento. El cohete llegó a la Luna lunera y los axtronautas clavaron una bandera americana mientras HAL9000 andaba elucubrando el nivel de gilipollez.


El pueblo estaba desierto. Creo que ya lo he dicho y es verdad. No me crucé con nadie durante esos minutos. En la calle que lleva hasta mi piso tuve que ponerme la mano en el pecho a modo de pantalla ante el viento fresco. Uno piensa en Von Braun y suda sin necesidad.


Me duelen los hombros. Le he pegado tanto al saco y llevo tanto tiempo sin mi cohete que me duelen los hombros.


¿Y los puños, Kufisto?


Los puños están perfectos.




viernes, 16 de junio de 2023

STRONG ARM OF THE LAW

 - ¡Jajaja!...¿Sabes? -le dije- Tengo un cliente que hizo la mili conmigo. Es un buen tío, es decir, un hombre de familia con un par de hijos adolescentes. Gana pasta con su negocio, su mujer está buena y los chicos van a colegio privado. No bebe en demasía, nunca ha fumado y de droga ni hablamos. Ya entonces, cuando éramos jóvenes y la Patria unió nuestros caminos, era un chico responsable, de fiar mientras no la liaras muy gorda, cosa que no llegó a suceder estando él. ¡Y no por nada! No es que fuese especialmente grande o violento, no...sólo que no salió en el momento. Recuerdo su mirada...Tomaba distancia. Era amigable pero se notaba que no quería saber nada de nuestras historias...Me doy cuenta que paso al plural, ¿pero quien no lo pasa al rememorar su juventud? Por supuesto nos perdimos de vista tras cumplir con la Patria, pero con los años empezó a venir al bar y retomamos la relación de una forma adulta...
- Sigue
- A principios de año, todavía con los rescoldos de la Navidad a cuestas y ya a las puertas de nuestros cincuenta años, me comentó de hacer algo entre todos los chavales de aquel remplazo. Una especie de cena o algo por el estilo. 
- Joder.
- Sí. Asentí, ¡como no! Es un buen tío y viene por el bar...
- Jajaja
- Jajaja, sí...Bueno, pues eso. Llegó febrero y se presentó con uno de aquellos, uno que si puede evita saludarme en las contadas ocasiones en las que desde hace un par de décadas nos encontramos por la calle...
- Jajaja
- ¡Y me llevaba mejor con ese! En fin...que el nota me saluda como si estuviéramos con el Cetme al hombro y yo igual y bueno...
- Ya
- ¡Bueno! pues quedamos en que sí, en que todos nos pondríamos en contacto y tal. Sólo era cuestión de tomar interés y hablar con los camaradas; claro que aquí surgía un problema, al menos por mi parte, pues no conservo relación con ninguno de ellos.
- Me lo imagino.
- Mejor así. Menos que hacer...Pero bueno, bien, vale. Sería en mayo, antes de las vacaciones con los chicos y todo eso.
- Jajaja...
- Jajaja...Pues desde entonces, tronco. Estamos en junio y no se ha vuelto a hablar.
- Jajaja...
- Se ve que no había mucho entusiasmo, cosa de la que me alegro infinito. Mira, ya llega mi hermano. Recojo las cosas y nos tomamos la última en la terraza.

Salimos afuera, él con su segundo pacharán reglamentario ya mediado. 

Entre carcajadas, regresamos al tema de los heavys ancestrales; de cuando nosotros éramos heavys ancestrales y de los contados que siguen siéndolos. El segundo whisky se quedó corto y pasé por un tercero.

- Tómate otra, te invito.

Y entonces, todavía entre carcajadas, la cosa derivó hasta nuestros padres. 

Hablamos de ellos con adoración, en mi caso extensible hacia mi madre pero no así en el suyo. Callé. La tercera copa estaba haciéndole efecto. Dos copas son dos copas.

Echamos a andar calle abajo. Hoy no tenía el coche.

- ¿Y el tuyo, Kufisto?
- Algún día el taller me lo devolverá.

Iba jodido. Iba bien jodido. La tercera copa le había reventado.

- ¿Sabes, Kufisto? -dijo con lengua trabada y paso incierto- Mi padre aguantó lo que no está escrito.
- Bueno -respondí- tú, aunque divorciado, lo eres de tres hijos y algo sabrás del tema.
- Nonono...Yo quería mucho a mi padre.

Pensé en mi madre y lo que pueda pasarme cuando también ella esté muerta.

Me arrepentí de haberle invitado a una tercera copa.


Llegamos a mi casa, nos dimos un abrazo y le dejé ir.


miércoles, 14 de junio de 2023

TÚ NO ERES GRACE KELLY

Jimmy Stewart ahora duerme con las dos piernas escayoladas. Cerca de él, tumbada sobre un diván, Grace Kelly alza la vista, deja a un lado el libro del Himalaya, coge una revista de moda y sonreímos. Es el último plano de la película. Apago el ordenador, no quiero ver nada más. Me lavo los dientes, me pongo el pijama, entro en la cama y apago la luz. Oigo un lastimero maullido de la gata tras la puerta cerrada del dormitorio. 

- Tú no eres Grace Kelly -respondo a media voz.

Y me duermo.


Son las seis y treinta y tres. Apenas faltan siete minutos. Es demasiado poco tiempo y me levanto de la cama. Voy al water y meo sin tirar de la cadena. Salgo del dormitorio, la gata está esperándome.

- ¡Mau! -aúlla con un nervioso brinco.

Voy a su habitación y compruebo que tiene agua y comida. Se restriega entre mis piernas.

- Mauuuu....

En la cocina pongo agua a calentar y regreso al dormitorio para lavarme y vestirme.

Oigo a la gata corriendo como loca de acá para allá.


Son las cuatro y media de la tarde, hora del relevo en el bar. Recojo mis cosas y me sirvo un buen whisky. Salgo a la terraza, me siento en un taburete y enciendo un cigarrillo.

La mayor parte del cielo está azul. Hay nubes, algunas grandes, pero todas blancas. Fumo en cadena y bebo a pequeños tragos, aunque no tan poco como para pasar adentro por otra copa. 

Los árboles de la mediana siguen verdes. Los gorriones vuelan hacia ellos. Algunas palomas buscan la altura superior de las farolas. Los vencejos están liándola parda sobre los tejados de los edificios de enfrente.

Paso adentro para servirme otra copa. Es un buen whisky. 


Veo a los gorriones picando sobre el asfalto. Comen y vuelan ante la llegada de un coche. Una vez vi atropellar a uno de ellos. Todos, como siempre, levantaron el vuelo a tiempo menos él. Lo vi morir delante de mis ojos. Yo iba paseando, hacia los molinos, cuando aquel imbécil lo mató con su coche.


Saltarín se acerca a mi. Es una gracia muy grande ver andar a un gorrión. Tenéis que verlo.

Saltando sobre sus patitas, picoteándolo todo, elevando la cabecita como si alguien lo estuviera mirando, alerta, "¡no tontería!" que diría mi buen amigo Kamel, jajaja...


Estoy en casa. La gata ya está tranquila de verme otra vez.

Son muchos años, lo menos cuatro. Y ella era una cría asustadísima cuando la recogí de la calle.

Pero ni tú eres Grace Kelly, ni yo soy Jimmy Stewart, ni quien dirige esto es Alfred Hitchcock.


Qué guapa.


Qué guapa.

viernes, 26 de mayo de 2023

JAJAJA

Jajaja...¡Qué cara tenía! Fue como si no sólo quisiera matarme sino estrangularme, hacerme picadillo y echarme a los cerdos. Jajaja...Claro que en aquellos días yo todavía era menor de edad y él tendría...echemos cuentas: su hijo mayor, mi compadre, acaba de decirme que está a punto de cumplir 68...digamos ¿36? Joder, la madre que me parió. Estoy a punto de cumplir 50 y casi no lo entiendo.

El caso fue que le quité las llaves del coche a mi padre y al salir de la cochera le di un golpe al suyo aparcado en la calle con la mala fortuna de que él estaba dentro. Y salió tras de mi echándome bocinazos y las largas aún con el veraniego sol en casi todo su esplendor.

Era un acoso, yo era un chico, me asusté y me eché a un lado antes de llegar al final de la calle. Pero cuando le vi bajar con tan mala hostia me vine arriba. ¿Quizá esperaba que yo fuese mi padre para liarse a hostias? No recuerdo mucho más. Le dije quien era por si no lo tenía claro y volví a casa, dejé las llaves y me fui por ahí.

Pero lo mejor de todo era que sus dos hijos adolescentes eran amigos nuestros y siempre andábamos de casa en casa. Qué cruz ser padre. Qué cruz. Ellos no se podían ver y sus hijos éramos colegas de heavy metal, drogaporro y todo eso.

Pasaron todos los años sin verle nunca por nuestro bar. 

Y un día, hará año y medio, o lo que sea, ya con mi padre muerto y remuerto desde hace seis inviernos, apareció en compañía de uno de sus hijos. Estaba demacradísimo; dolía mirarle: evidentemente, cáncer. La quimio arrasa. Lo vi en mi padre.

No lo negaré: me tenté el ánimo. ¡Y no por mi, sino por él! Yo, sin saberlo, intuía lo que había habido entre ellos. Eran muy diferentes, mucho...Mi viejo era de una manera y él de otra. Pero sus hijos habían sido amigos desde siempre.

Y poco a poco, sesión tras sesión, al principio en compañía de uno de sus hijos y poco después ya él solo, de la manera en la que los cancerígenos ya lo tienen más claro que el agua...hemos hecho tanta amistad que viene al bar a desayunar le toque o no lo toque.


Son las ocho de la mañana y el bar ya lleva un buen rato abierto. 

- Kufisto
- Juan...¿Qué te apetece hoy?

Todavía no ha llegado el panadero; tenemos tiempo para hablar de cualquier cosa.

Le encantan los coches. Han sido su vida, su trabajo, su pasión, su sueño. Escucho. Pregunto.


Ayer no estuvo en el bar. Lo extrañé.


Un ictus mientras comía con uno de sus hijos, mi compadre.


Ánimo.


¡Ánimo, joder!











martes, 23 de mayo de 2023

NI UNA PUTA GOTA

 Era una pareja joven, extranjera, del Este, puede que rumanos. Con impecable español él pidió para los dos, recalcando su café en bar extraño: un cortado largo en taza de café con leche. El café (y más de buena mañana) es algo de importancia para quienes lo toman.

Alto, fuerte, guapo, decidido, con pelazo y de tez muy blanca no parecía el típico currela que anda a la intemperie. Ella llevaba el pañuelo en la cabeza. El pañuelo.

- Ella no puede comer nada de lo de aquí -dijo con total tranquilidad- ¿Te importa si se toma lo suyo?
- No, en absoluto. 
- Gracias.

Y tras un último recuerdo para su café fueron a sentarse junto al ventanal.

Ella me vio llegar con la bandeja. Me miró mientras bebía de su batido farmaceútico como si no llevase el pañuelo en su cabeza. Yo no. Yo veía el pañuelo. Y ella lo vio.

Asombrado por su naturalidad regresé a la barra. Era la primera vez que veía algo así. 

¿Cuantos años tendrían? ¿Treinta? ¿treinta? Ni eso. 

Poco después llegó mi hermano para el relevo y allí los dejé.


Regresé al bar a eso de la una menos cuarto, un poco antes de lo habitual. Había despertado de la siesta antes de tiempo y sin la sensación de haber dormido, aún bajo el certificado del nabo. De todas formas tenía que comprar tabaco en el estanco y ducharme y afeitarme y echarle de comer a la gata y coger mis cosas y el paraguas y...

Mi hermano se fue y allí me quedé. Abrí la caja. Una buena mañana. 

Pero las cañas no fueron ni buenas ni malas; simplemente no existieron. "Materia oscura" llaman los científicos a aquello que no comprenden. Yo no llamo de ninguna manera a estos días. Sólo sé que a veces pasa.

Y no es por el cielo nublado, el viento, la lluvia ocasional...no. En ocasiones esos son días buenos (incluso muy buenos) para las cañas; pero por la razón que sea hoy no fue uno de esos. 

De puro aburrimiento abrí un tercio de cerveza a eso de las tres, uno bien frío. Eran las cuatro cuando lo terminé viendo pasar coches y gente desde el ventanal.


Un amigo como yo entró al bar quince minutos antes del relevo. Y bebimos y hablamos de cine, de música y de todo lo que siempre hablamos. Mi hermano llegó justo cuando apuraba la segunda cerveza. Salí de la barra con un whisky en la mano.

Estábamos fuera, en la puerta, yo echando otro cigarrillo, hablando de mi puto coche en el taller mientras veíamos llover. Ya eran casi las cinco.

Un coche paró antes del paso elevado. No le dimos importancia. Seguimos en lo nuestro. Alguien voceó desde el coche. Era para él.

- ¡Hostia, ya están aquí! -dijo mi colega
- ¿Quien?
- ¡Joder, los amigos de mi hijo! ¡Me voy a Toledo a celebrar su cumpleaños!

Y rápido pasó adentro para pagar. 

Agarré mi bolsa, me despedí sin esperar y abriendo el paraguas eché a andar de vuelta a casa.


No estoy acostumbrado al paraguas. Cuando yo era joven me parecía lo más ridículo del mundo. En La Mancha llueve poco. Y cuando lo hacía en mis paseos prefería ponerme un impermeable antes que ir cargado con esa mariconada. 

El viento soplaba fuerte y cerca estuvo de desparaguarme. No era la primera vez, pero me sentí un tanto ridículo andando con un paraguas por la calle. 

Dejó de llover poco antes de llegar a casa. Plegué el paraguas y vi que era de Johnnie Walker. Sonreí.


- Hola.
- ¡Mau! -respondió nerviosa.

Era raro ese recibimiento. Miré en su habitación. No tenía ni gota de agua. Ni una puta gota. 

domingo, 21 de mayo de 2023

¿Y POR QUÉ NO LLUEVE SI HAY TANTAS NUBES?

Apuré la cerveza, cogí la bolsa de trabajo, me despedí y dejé el bar y a Rob Halford cantando a grito pelado un impactante "Victim of changes" en el festival de San Bernardino. La tarde era fresca, nublada y seca. 
 
- Ese perfume es bueno -le había dicho a una clienta unas horas antes.

Caminé bajo un cielo lleno de nubes estériles que trajeron a mi memoria aquellas tardes frescas, nubladas y secas de mi infancia. Saliendo del colegio, de regreso a la casa paterna, cargado con la cartera en la espalda bajo aquel cielo tan feo. "¿Y por qué no llueve si hay tantas nubes?" me decía con tristeza. La lluvia era divertida, uno tenía que correr con el corazón acelerado, refugiarse en algún extraño sitio cuando no quedaba más remedio y ver casi hipnotizado la caída de la lluvia sobre el asfalto, la formación de los charcos y las gotas de agua que, cual saltarina cama elástica, dibujaban pequeñas ondas superponiéndose unas a otras con la rapidez del rayo. Allí, refugiado en el portal de una casa señorial, una de esas que sobre su altísima puerta lucía un escudo de piedra, un niño empapado miraba la lluvia con la cartera a sus pies. 


- Ese perfume es bueno.
- ¿Sí?
- Sí. 
- ¿Por qué?
- Porque está bien en su sitio.


domingo, 14 de mayo de 2023

TODO ERA LA MANCHA

Era una tarde primaveral cuando un joven salió de la casa paterna para montarse en el coche de segunda mano que compartía con uno de sus numerosos hermanos. Soltó la bolsa sobre el otro asiento, introdujo la llave y sin esperar el apagado de testigo luminoso alguno lo arrancó.

El Renault 7 no protestó. "Espera hasta que se apague el testigo, espera hasta que se apague el testigo...¡Qué testigo, viejo gilipollas!" Y con una sonrisa burlona apuró las dos primeras marchas.

"¡Jódete!"

Una vez arriba, ya en la cima de la manchega montaña y apartado en su lado más solitario, echó mano a la bolsa y se lió un canuto de hachís. Una vez encendido cogió el libro y empezó a leerlo entre caladas y tragos de agua.

Era un libro de los llamados clásicos, uno de los difíciles, y por encima de todo en forma teatral, cosa que el joven odiaba. No podía creer en el teatro. Era superior a sus fuerzas. Para él todo aquello era mierda. Nadie hablaba así. Eso no era real. Teatro era la vida de lo teatreros; en cierto sentido también la suya; y estaba hasta los huevos.

Yo había leído a Julio Verne y todos esos; yo creí con todas mis fuerzas en los Reyes Magos hasta el último momento.

El costo era tan bueno como de costumbre y tuve un globo del cojón. Y me metí en la historia. Tanto que aún hoy, treinta años después, lo recuerdo.

Había un erudito viejo desesperado por su malgastada juventud; había un demonio y la promesa del amor de una mujer joven y hermosa...

Y no sé como fue pero tuve que salir del coche para coger aire. 


La Mancha se expandía hasta el infinito. 

Cogí aire, cogí aire...


Y de pronto vi una cosa enorme.


Todo era La Mancha.