miércoles, 24 de julio de 2013
SATIE
Mi reacción normal, la habitual en esos casos excepcionales, hubiera sido cagarme a grandes voces en algo o en alguien, pero hoy, extrañamente, me he limitado a un pequeño joder continuado por un tranquilo "aquí me gustaría ver a Arguiñano" dirigido a mi padre una vez que había resuelto el problema. Se ha reído, o sonreído, yo también. Ha sido extraño, no nos lo esperábamos. No estamos acostumbrados a reírnos juntos.
La culpa ha sido del calabacín extra que hoy le he añadido al arroz, lo he comprado en un lugar que no es el habitual, un súper de esos de barrio donde no tienes la oportunidad de servirte: hay un frutero-verdulero y tú pides y él escoge. Yo iba muy justo de tiempo, desde que llegó el solsticio me duermo cuando me despertaba y me levanto con la hora pegada, las cosas del calor de la Mancha, quizá sea por eso que me noto diferente, un tanto menos espabilado, más no sé...un poco como que todo me da igual y tal, pero no en el sentido negativo, no, sino en el de no tomarme nada tan a pecho como de costumbre. Quizá sea por esto aquella reacción y mi pasividad al comprar la verdura. "¿Esa? pues esa" Por cierto, que haciendo cola en la caja (no muy larga, que esto es una puta pena) he visto a la ex de un ex-amigo recogiendo lo suyo junto a su madre con la misma cara de a mi lo único que me gusta es follar de siempre. Hay tías que es verlas y no puedes pensar otra cosa de ellas.
Siempre digo que el arroz es una cuestión de matemáticas, aunque decir siempre es una pajinada, creo que se lo dije una vez a una amiga, una que acaba de cumplir los treinta y ya va por el cuarto hijo, a esta la veo de otra forma, me pone y tal, ¡cual no!, y más ahora, pero es requetetemadre, y sabiendo como sé que no va servida y que me mira y me habla como si le sirviera, pues...como que me acuerdo de uno de mis mayores terrores infantiles: las arenas movedizas.
Pero sí, no hay duda, el arroz es matemáticas, "como todo y tal..."; bien, de acuerdo, pero el arroz, más.
Y por esta razón, por este axioma, el tema se me ha ido un tanto de bareta esta mañana al añadirle (bendecirle, diría yo) la última medida de agua a mitad de la cocción: el calabacín no era tamaño Rocco, no...el siguiente al siguiente.
Bien, puede que tal acción sea considerada como sacrílega por los paelleros (nadie tan talibán como ellos) pero por eso a lo que yo hago le llamo "arroz con tal" y no "paella de", porque entonces estás perdido entre los perdidos, y eso, amigos míos, eso sí que me saca de quicio despierte a la hora que despierte.
"¿Y cual es el motivo de hacerlo así, Kufisto?"
Pues la cocina: Pin y Pon pedirían la jodida hoja de reclamaciones.
De ahí acordarme de Karlos, ese simpatiquísimo cobarde. Ves la suya como un apartamento de peli de Almódovar, los mejores productos, una vajilla que parecen esculturas, el Cantábrico al fondo...A mi viejo le gusta, siempre está puesto cuando llego, a toda hostia, tardo cero coma en darle al extractor, si por algo voy a echar de menos el Tour es por eso...
¿Qué merito tiene? Yo tengo que bregar con una ridícula vitro desnivelada, jugando con sus fueguecillos, cuidando de los plomos que saltan cada tres por dos a causa del hijolagranputa del vecino de arriba, ¡y eso que al darles caña dejo el bar como el castillo de Drácula! Y todo por un pepito que cerró mal los conductos del agua cuando no encontró a nadie dispuesto a pagar la barbaridad que pide por alquiler, "¡si lo cerré!" me dijo su anciano padre una tarde que vino a ver el tema, "ya...pero son tres, no uno, que lo ha visto el del seguro"...Medio año va ya. Al menos ya no gotea en la bombilla del water de tíos, que estuvimos meses sacando diariamente BARREÑOS llenos de agua del falso techo. Pero qué hijos de puta.
Así hago los arroces, así...Y están buenos. Cojonudos.
Mi película favorita del Kubrick pre-2001 es Espartaco, muy por encima de todas las demás. Mucho.
Aquello fue un encargo, Tony Mann lo dejó por ser incapaz de soportar a Douglas, él era alguien que no tenía porqué aguantar toda esa mierda, ya tenía una carrera detrás y todo eso, y a Sarita también, "que te jodan"
Y llamaron a Stanley, al de Senderos de Gloria, tan joven, tan ambicioso, tan maleable...
Y dándole sus momentos de "gloria" al idiota que ponía la pasta, a Douglas (cincuenta años menos y estaríamos viéndolo en el fingido circo que se montan los useños ahora que el boxeo es algo peor que todo), hace un canto a la libertad tal que no merece ese verbo, o lo que sea ese canto que me ha obligado a ir atrás por sonarme a mierda, putas palabras de los putos mierdas.
Sí, lo ves de espadachín, saltando de aquí para allá, ganándole a todos hasta que pierde para lograr la victoria final y tal, sí, tipo Stallone y Sguarguanager, aunque estos quieren ganar hasta un concurso de pulsos en el bar del Cazador, Los Molinas, ya estarán arrepintiéndose de no perder como Kirk, con Stanley, cincuenta años y todavía dicen que es buena los que tienen que decirlo...
Y coge a Craso, al malo, al calabacín, y hace con él como ese bebedor que está con esa mujer que no quiere dejarle beber sin saber que por eso está con él, y se va al baño, y mientras se empolva la nariz el otro se bebe dos de un trago, y recupera los niveles y ya puede aguantar una hora más, o lo que sea...
Y es el buen malo quien hace mejor al mal bueno. Y viéndolo, sabes cual es tu equipo.
Estaba ahí, yo, YO, esta puta tarde, mirando el ordenador y gil (que ya es más suyo que tal, aunque Tal es de mis preferidos) cuando he visto que a una política navarra le han dado el placet, tercera cortesía del Supremo en menos de una semana, ¡como no!, ¡BIBA ESPANIA!
Cien mil tormentas han venido a mi, escribiendo mal y pronto.
Menos mal que ha tardado poco en llegar el tesorete de uno amigos, una criatura de ocho meses que lleva riendo desde que nació, más hermosa que cualquiera de mis cosas, y no se llama Pandora.
Estábamos ahí, diciéndole cosas, a todos ríe, a nadie hace extraño...Había un tío en la barra, uno que va para bien viejo, bebiéndose su chupito de hierbas en los restos del café, lleva un tiempo viniendo por aquí, pero todavía no había visto a Sara...
Y también le ha sonreído.
Y yo, más.
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